Antes de que el porcelánico abriera la gama de posibilidades estéticas a niveles nunca vistos, el acabado metálico u óxido estaba prácticamente relegado al estilo industrial. La fuerte personalidad del metal definía el resto de la composición.
Ahora, gracias al gran abanico de posibilidades de las que disponemos, los tonos cobrizos, los acabados metálicos y los óxidos de diferentes metales se incorporan a la paleta con la que contamos sumando, además, la versatilidad y resistencia que ofrece el porcelánico.
De esta manera, ya sea como la clave de una composición o como tonos de contraste, los metálicos se han ido incluyendo en diseños modernos, clásicos o elegantes, adquiriendo una dimensión que va mucho más allá del clásico industrial que siempre le ha caracterizado.
La revolución del metal ha comenzado y las nuevas variables que los tonos metálicos están aportando ofrece una gama de soluciones desconocidas hasta ahora. Cada vez se incorporan más en todo tipo de ambientes, que buscan ofrecer una novedad en su diseño frente a elecciones más clásicas y convencionales.