PASSIVHAUS PLUS EN LA COMUNIDAD VALENCIANA: OFICINAS DEL GRUPO INSARA
La construcción pasiva está en boca de todos por la gran ventaja que supone para el medio ambiente y para el bolsillo. Una ventaja que parte de una apuesta por la adaptación al entorno para minimizar el impacto ambiental del edificio.
Este tipo de construcción, que viene pegando fuerte desde el norte de Europa, donde está mucho más consolidada, tiene un claro referente en la comarca gracias a la apuesta del grupo INSARA, de la que ya os hablamos anteriormente y de la que hoy os traemos un reportaje fotográfico con el que conocer mejor sus oficinas, las primeras que cuentan con la certificación Passivhaus Plus de la Comunidad Valenciana.
Lo primero que llama la atención al ver las oficinas, situadas cerca de la desaladora de Torrevieja, es que cuenta con unos amplios ventanales cubiertos con un sistema de cortinas de aluminio móviles.
Estas cortinas están programadas para adaptarse a la época del año y a la hora del día en la que nos situamos, bloqueando el sol en verano para evitar sobrecalentar las instalaciones y dejando entrar la luz para aprovecharla al máximo en invierno.
Las ventanas también están ubicadas de manera que se permita aprovechar al máximo cada época del año. Su colocación permite la entrada de la luz, pero sin necesidad de dejar pasar el calor, ya que el mayor desafío a la hora de crear una construcción pasiva en esta zona, al contrario de lo que pasa en el norte de Europa, es el control de las altas temperaturas en verano.
El cristal de estas ventanas cuenta con grosor amplio, lo que permite aumentar la resistencia térmica, disminuyendo así la transmitancia total del edificio.
El anclaje a la pared de estos ventanales es otra de las claves de la construcción, ya que para evitar pérdidas de temperatura, estos anclajes tienen que contar con un aislamiento especial que evite los puentes térmicos.
Mención especial merece la iluminación, que se integra perfectamente a lo largo de las dos plantas que componen el edificio.
Es una iluminación centrada en compensar la luz que entra del exterior y que destaca por tener un resultado completamente natural que resalta algunos detalles decorativos de la propia distribución, sin llegar a ser excesiva y sin perder la sobriedad en su acabado.
Una de las grandes ventajas de los edificios que responden a la certificación Passivhaus es la ausencia de estratificación de temperatura. Esto permite, entre otras cosas, tener una disponibilidad total para aprovechar al máximo las superficies diáfanas. De esta manera, al no haber contrastes de temperatura entre plantas ni de una zona a otra de la construcción, podemos crear habitaciones independientes con un sencillo cristal.
Además, gracias a esta estratificación que mantiene estable la temperatura en todo el edificio, ambas plantas pueden estar unidas a través de dos huecos naturales en la estructura, lo que permite la libre circulación del aire sin necesidad de dividir las plantas para mantener la temperatura. Esta unión entre plantas dan un valor diferencial al diseño, ya que permiten el paso de la luz y transmite una fuerte sensación de amplitud.
En definitiva, estamos ante un edificio muy especial y eso es algo que se siente desde el primer momento. Un edificio preparado para soportar la rigurosidad de los veranos sin necesidad de aumentar el gasto energético gracias a la calidad de sus acabados y a la certificación Passivhaus de sus materiales. Un reto para el Grupo INSARA en el que Terrapilar ha servido como asesor en la elección de los materiales de construcción de la máxima calidad.